No recuerdo haber sido una niña difícil a la hora de comer, más bien al contrario, recuerdo con mucho cariño la cocina que mi madre nos preparaba para mis hermanos y para mí (aunque seguro que también me quejaba alguna vez de las verduras y apartaba cosas).

Lo que sí recuerdo fue cuando me fui a estudiar a la Universidad de Leeds, en Inglaterra, y mi querida hermana me dijo que lo iba a pasar regular ya que, en Inglaterra, no era fácil encontrar comida fresca, ni frutas ni verduras.

Ese comentario se me quedó grabado y me puso en !‘modo alerta’. Me hice el propósito a mí misma que no me iba a dejar llevar por esa barrera e iba a conseguir tener una dieta rica y equilibrada.

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Para mi sorpresa sí encontraba comida fresca y allí estaba siempre con mi cesta llena de cosas ricas que cocinaba en la residencia de estudiantes. Recuerdo, con mucho cariño, que mis compañeras entraban en la cocina y decían: ‘ya sabía que eras tú quien estaba en la cocina, ¡qué bien huele!!’.

Me encantaba cocinar, disfrutaba con ello, me relajaba. Por aquella época no sabía aún muy bien cuáles eran los beneficios concretos de los alimentos, pero lo que sí sabía y sentía era lo que quería comer y lo que no, con lo que disfrutaba y lo que ni se me ocurría llevar a la boca (¡no entendía cómo a mi alrededor podían comprar cosas preparadas, envasadas y calentarlas en el microondas!!).

Pasaron muchos años desde aquel olor a comida casera en mi cocina de Leeds; le siguieron más comidas en mi nueva etapa como licenciada en Administración y Dirección de Empresas, cocinando delicias junto con el moreno que llena mi vida de colores y de emociones.

Por motivos profesionales he vivido trece años fuera de España, entre Estocolmo (Suecia) y Bruselas (Bélgica).

No fue hasta nuestro traslado a Bruselas, en el año 2002, cuando realicé mi primer curso de Nutrición y Cocina Sana, liderado por Leila Strebelle quien nos hablaba sobre la comida como un elemento sanador (‘raw food’, cereales integrales, germinados, alimentos antiinflamatorios, etc.) y cómo construir una relación sostenible con la comida sana y cómo cocinarla para conservar mejor sus nutrientes (crudos, al vapor, o cocinados a baja temperatura).

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Ahí empecé a aprender que la elección de los alimentos y su calidad era fundamental y que además tenían el poder de ayudarme a estar sana, fuerte, ayudaban a prevenir y curar enfermedades, y que la naturaleza es, realmente, sabia y mágica, ya que nos da lo que nuestro cuerpo y alma necesita en cada momento gracias a una alimentación basada en productos de temporada.

Con el nacimiento de mi primera hija empecé a experimentar más y más con mi nueva adquisición: ‘mi primer aparato a vapor’ y ‘mi Vitamix’. Ideales para este tipo de cocina. Purés de verduras, cremas de frutas, …. Unas delicias que hacía a diario y de las que, todavía hoy, me siento orgullosa y satisfecha porque estoy dando a mis tres hijos una educación nutricional tan necesaria para una vida saludable y, por desgracia, escasa hoy en día.

Esta alimentación me parecía que era necesaria y fundamental y la apliqué en todo momento y la sigo aplicando desde entonces. La he experimentado en mi propio cuerpo en distintos momentos de mi vida: embarazo y lactancia y en la crianza de mis tres hijos, con mi familia y amigos.


De nuevo, por motivos profesionales, nos trasladamos a vivir a Estocolmo (2007) donde nació mi segundo y adorable hijo. Tras casi 8 meses de lactancia ‘sufrimos’ las consecuencias de la introducción de la llamada ‘leche de continuación’. Mi pequeño, que había sido feliz con la leche de su madre, empezó a vomitar casi a diario después de su biberón. Los médicos decían que era normal pero mi instinto maternal me decía que había algo más, así es que empezamos a probar con leches alternativas, vegetales y probamos con avena y con almendra, y también con cereales sin lactosa ni gluten. ¡¡Fue como arte de magia, ningún vómito más!! Estaba claro que ese cuerpecillo ya sabía lo que le iba bien.

Me tuve que enfrentar a muchas críticas familiares por quitarle la leche a mi hijo, y sobre cómo eso iba a afectarle en términos de calcio, pero seguí empeñada en que era lo que sentía y en que eso era lo mejor para mi familia. Y creo que me funcionó, tengo tres hijos maravillosos, sanos, fuertes y llenos de energía y vitalidad.

Creo que hay que tener en cuenta que cada cuerpo es un laboratorio y lo que a uno le puede sentar muy bien puede ser veneno para otra persona, por tanto, hay que ajustarse a ello y aprender a conocer nuestro cuerpo, experimentar. Lo que sí es fundamental es : ¡escuchar las señales que nos envía nuestro cuerpo!

El interés por la nutrición y la vida saludable fue en aumento; realmente, desde mi época de estudiante era algo intuitivo, algo que percibía y sentía; un deseo por alimentar de forma saludable a mi familia, amigos y quienes estuviesen a mi alrededor.

Todas estas experiencias y el apoyo de Ricardo, mi marido, y de unos amigos, hicieron que durante una cena en Bruselas (donde nos habíamos trasladado a vivir en el 2012), donde me sugirieron escribir un libro de cocina, me embarcase en una formación con un enfoque holístico e integral, de la mano de Institute for Integrative Nutrition, en Nueva Yok (IIN). Fue así como me convertí en ‘Certified Health Coach’ (Coach Nutricional).

Cuando hablo de un enfoque holístico quiero decir ‘como un todo’. Aquello que nos alimenta no es únicamente lo que ponemos en nuestra boca y nos nutre (‘Alimentos Secundarios’), elemento fundamental para la salud, sino también aquello que nos hace sentirnos llenos de plenitud como es el ejercicio físico, las emociones y la parte espiritual, etc. (‘Alimentos Primarios’). La medicina tradicional ve en el paciente sólo el síntoma pero no la causa, y es lo que intenta curar, sin tener en cuenta a la persona en su conjunto, su estilo de vida, su alimentación. Un Coach Nutricional va más allá y analiza todo lo que rodea a la persona.

Las emociones son las que rigen y guían, principalmente, nuestro comportamiento hacia la vida y también hacia nuestros hábitos alimenticios. Factores como frustraciones del pasado, traumas, stress en el trabajo, etc.  nos condicionan a la hora de alimentarnos.

Las emociones están muy condicionadas por la salud de los órganos que a su vez dependen de la calidad de la alimentación; con una alimentación viva y limpia conseguimos que los órganos estén limpios y vitales aportándonos energía, alegría y bienestar emocional.

Entender las emociones, calmarlas, disfrutarlas, nos hace estar en paz y en armonía con nosotros mismos, con los demás y con el entorno.

A día de hoy continúo con mi formación de manera continuada gracias a lecturas recomendadas, conferencias, talleres, etc. donde el aprendizaje hacia una vida más plena y saludable no tiene límites.

Es importante creer en uno mismo y eliminar del vocabulario expresiones como: ‘No puedo’ por un ¡‘Lo voy a conseguir’!.

Todos podemos dar un giro en nuestra vida; si es tu caso te aconsejo que seas 'fuerte, positivo y comiences hoy mismo el cambio hacia una nueva vida’.

Las excusas sólo son trabas psíquicas que nos imponemos ante un nuevo cambio, por desconocimiento, miedo; podríamos decir que es un pequeño mecanismo de defensa pero que sólo te impide llevar a cabo lo que realmente quieres hacer.

 ¡Cuenta conmigo en este camino hacia el cambio! ¡Aprender y compartir contigo es muy importante!!

Por eso y por mucho más … ¡Gracias por contar conmigo! ¡Estoy aquí para ayudarte!